lunes, 4 de abril de 2011

¡Dios Existe!

Es cierto. Al final resulta que tenían razón. Ha estado ahí, delante de nuestros ojos toda la vida y muy pocos lo han visto. Es verdad que es el Único, que todos los demás palidecen y se extinguen ante su presencia.Y es verdad que su reino es de los Cielos. Y es verdad que su fulgor es tan grandioso que ver su faz te cegaría. Y es verdad que somos hijos (y hermanos) suyos. Y es verdad que es el dador de toda vida. Y la esperanza luminosa que destruye las tinieblas. Es verdad que su ira provoca el huracán y la tormenta, pero su magnificencia nos da la lluvia vivificante, la brisa de verano y el renacer de cada flor en primavera. Siempre ha estado ahí, antes incluso de que el primer creyente le adorara. Y ahí seguirá después de que el último haya muerto. Es verdad, tenían razón. Dios existe aunque se oculte tras las nubes. Y cada día nos recuerda en él nuestro propio porvenir. Porque nace, se desarrolla y crece en esplendor, para morir después, justo antes de resucitar de nuevo en toda su grandeza. ¡Dios existe! Ellos, hace miles de años, lo sabían, y ahora lo sé yo. Dios existe y tú también lo sabes, porque es la estrella que te ilumina cada día al despertar. Sí, desengáñate, Él es Dios.