jueves, 10 de febrero de 2011

¿Por qué coño trabajo en lo que trabajo?

Esa es la pregunta que me hago cada día cuando veo a mi vecino salir de su garaje para ir a su curro por las mañanas. O eso creo yo, porque cualquiera sabe lo que va a hacer el tipejo ese cada día. El caso es que el nota se dedica al rollo ese del tarot y demás monsergas. Sí, como lo oyes (o lees). El fulano este se está forrando a base de contarle vaguedades al personal en un programa de radio que hace una emisora chunga por las mañanas. ¿Te he dicho que es una emisora chunga? Pos eso, que es chunga, chunga, que casi parece más un puto cuartucho de radioaficionados que una empresa dedicada al invento de Marconi. Y el tío tiene un Mercedes. Ojo, no es que yo quiera un cochazo como ese, que vaaaaa, la cosa es que jamás me hubiera imaginado que el tema diera para tanto. Es que (y esto es lo grande) la empresa esa se mantiene prácticamente gracias a la publicidad que genera el nota. Vamos, que esa emisora no la escucha ni su puta madre excepto en los minutos fijos cada mañana en que aparece el meapilas ese.

Y es que la cosa tiene su aquel. Yo ya lo conocía de antes, era jardinero por horas en no sé qué sitio y, aunque las cosas no le iban mal porque se ve que se le daba el tema, pues tampoco tenía como para un Mercedes, la tele de plasma que tiene colgada en el salón y el ordenata que se gasta (y que el muy hijoputa me enseñó el otro día, se ve que para darme envidia, que si no a ver por qué leches vas a comprarte un cacharro como aquel sólo para ver páginas de tías en bolas, que es lo único que debe hacer cuando regresa a casa). El caso, es que antes, cuando era jardinero, no tenía poderes que yo sepa y, a no ser que se pinchara la polla con las espinas de una petunia, no creo que ahora los tenga. Bueno, pues todo esto me ha llevado, después de una profunda reflexión (y depresión) a replantearme mi futuro laboral.

Sí, amigo mío, yo quiero ser Iker Jimenez o J.J. Benítez, ir por ahí haciendo el lila, inventando misterios de donde no los hay, grabando psicofonías en los retretes del extrarradio, y hablando en plan científico de las energías del cosmos, de las caras de Belmez y todas esas cosas tan interesantes hechas a la medida de las marujas aburridas que no tienen otra cosa que hacer y de los despistados que prefieren emborronarse las ideas con estos misterios en lugar de con los misterios de verdad, esos que van de qué hay detrás de la trama de blanqueo de capitales en Marbella o quién es el propietario real de los terrenos que rodean el proyectado (y en estos momentos realizado) Puerto de Granadilla en Tenerife. Esos sí que son misterios y no los de José Gregorio, el gilipollas ese de las gafitas que hay por ciertos Días.

Aquí tienes un vídeo de cómo al Benítez  se la meten doblada con unas rocas más falsas que un duro de madera. Por cierto, él se resarció con nosotros y le vendió a TVE su serie por unos 8 millones de euros (te recuerdo que TVE la pagas tú y yo con nuestros impuestos).
Como has podido ver, Arqueología en estado puro. 

En fin, que ya mismo me estoy buscando en la wikipedia cómo se hace eso de tener poderes, en qué universidad de  mierda se saca el postgrado de Rostrum Durus Quetecagus y así apuntarme al club de Vagos y Maleantes, hacerme un hueco en una puta emisora local de televisión, escribir un par de libros que no leerá ni mi tía y hacerme de oro como ese mismo que cagó el moro.

Lo dicho, que les vayan dando.